Gratitud:
Para poder establecer el origen etimológico del término gratitud que ahora vamos a analizar en profundidad tenemos que marcharnos hasta el latín. Allí descubriremos que aquel procede del vocablo gratitudo que es fruto de la suma de dos partes claramente definidas: por un lado, la palabra gratus, que es sinónimo de “agradable y agradecido”, y por otro, el sufijo –tudo que es equivalente a “cualidad”.
El sentimiento de gratitud no corresponde a una de las emociones básicas. Todo lo contrario. Para experimentarla se requieren una serie de procesos complejos en la mente. No todo el mundo puede experimentar gratitud. Es una virtud reservada para los espíritus más elevados y para las inteligencias mejor desarrolladas.
La gratitud puede definirse como un sentimiento de aprecio y valoración por las acciones que otros hacen a favor nuestro. Implica una suerte de deuda moral con quien nos hace bien. Deuda que no significa hacer un cálculo para redimirla, sino elevar la estima por quien nos hace un favor o nos prodiga un bien, y estar abiertos a la posibilidad de corresponder por el beneficio recibidos
Los beneficios de la gratitud
La gratitud es un sentimiento sutil y sofisticado. Casi un arte. La gratitud germina sobre la convicción de que los seres humanos somos incompletos y que nos necesitamos mutuamente. Es el producto de haber desarrollado una ética de cooperación, en lugar de una actitud de competencia o confrontación.
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